Desde hace más de cien años, los Proms de la BBC nos recuerdan que no es verano en Londres sin este evento. Este festival se creó en 1905, cuando las diferencias sociales, clase alta - clase baja, eran una realidad monolítica y la música clásica era un placer sólo para los más pudientes.
Los Promenade Concerts del Royal Albert Hall se crearon con el gran público en mente. El mismo nombre, Promenade Concerts, hoy BBC Proms, hacía referencia a un picnic al que se acudía a pasar la tarde en familia.
Los Proms atraen a las orquestas, directores e intérpretes más prestigiosos del momento, mezclando piezas clásicas de aceptación garantizada con otras más vanguardistas. Los precios son muy asequibles y antielitistas. Los conciertos tienen lugar principalmente en el Royal Albert Hall, pero espacios más pequeños como el Wigmore Hall en Chelsea son subsedes bien conocidas cuando se trata de piezas de cámara o eventos didácticos.
Pero la fama de los Proms no radica sólo en la incuestionable calidad de sus conciertos, el increíble entorno en que se desarrollan o en el hecho en sí de popularizar la música clásica. Para muchos, una de las claves de su renombre está en su famosa Última Noche, celebrada en septiembre. Este acto final, que será este año el domingo día 5, se retransmite en directo y en pantalla gigante a las multitudes en Hyde Park. Recuperando así el sabor a verbena que tan arraigado estaba en la sociedad inglesa del siglo pasado. Tradicionalmente, los conciertos y actuaciones públicas en Gran Bretaña finalizaban con el himno nacional, al que se unía el público cantando de pie. La Última Noche de los Proms apropia esta convención, convirtiéndola en la atracción principal del evento.
Tras un concierto no muy diferente a todos cuantos han ido teniendo lugar a lo largo del verano, la noche desciende a una muestra pública de patriotismo donde la orquesta y coros de la BBC interpretan no sólo el obligado Dios Salve a la Reina, sino todo un rosario de himnos de esos que hacen latir al pecho más duro: Merrie England de Edward German, Pomp and Circumstance de Elgar o el tradicional Fantasia on British Sea-Songs de Sir Henry Wood.
Ya que los Proms son ante todo por y para el pueblo, el público asistente ondea banderas, viste banderas, luce sombrillas y sombreros con la bandera británica. El Royal Albert Hall se convierte en una fiebre roja, blanca y azul de orgullo nacional. Sentimiento quizá ingobernable en un estadio de fútbol, pero que los Proms ayudan a expresar civilizadamente con la pátina de la cultura.