Hay pueblos que mejoran con la restauración de sus lugares históricos y otros, como Hastings, que retienen su encanto por el aire decadente que todavía conservan muchas de sus construcciones.
Esta ciudad costera de East Sussex (al sureste de Londres) ofrece un entorno especial por sus playas de piedra, sus acantilados de arenisca y los parques naturales que delimitan los extremos del pueblo. Aunque es el antiguo puerto pesquero en la playa, los hoteles abandonados y el muelle victoriano que recibe los golpes del mar en su desmejorado armazón de hierro lo que revela el carácter peculiar de este destino.
A menos de una hora y media de Londres y con trenes cada treinta minutos desde las estaciones de Charing Cross y Victoria, Hastings fue durante la primera mitad del siglo XX uno de los centros turísticos más populares de Inglaterra. De ahí que hoy se encuentren algunas de las atracciones típicas de esos días como los salones recreativos, los locales de “fish and chips” o el paseo marítimo que se extiende hasta St Leonard on sea.
También de esta época son los funiculares que conectan el puerto con las dos colinas de West Hill y East Hill, donde se alzan las ruinas de un antiguo castillo normado y el parque Hastings Country Park.
El origen pesquero de Hastings se puede explorar en el pequeño museo abierto junto a las llamadas “net shops”, casetas de madera donde se almacenan las redes y los utensilios de los pescadores que aún se dedican a la captura del arenque y la caballa. En esa misma zona se encuentran además muchas otras diversiones entre las que se incluyen un tren del tamaño de un baúl que recorre la ciudad, un campo de mini-golf y una pista donde se alquilan coches kart.
Pero la playa es la gran protagonista del pueblo. En ella se encallan las embarcaciones que salen al mar y se despliegan los bañistas que juegan con los cantos rodados o se protegen en los bancos cubiertos por marquesinas que se extienden en todo el paseo. Frente a ella aún sobreviven viejos hoteles, algunos de elegante estilo Art decó, que han visto cómo el turismo que propició la construcción del ferrocarril en Inglaterra ha sido desbancado con los nuevos aviones por las costas más soleadas de España y el sur de Europa.
El muelle, ahora cerrado por el mal estado de su estructura, refleja también la atmósfera nostálgica e histórica de la ciudad. Construido en 1872 y reformado a principios del siglo XX, fue obra de Eugenius Birch, el arquitecto que diseñó el muelle de Brighton, y durante mucho tiempo lugar de entretenimiento con heladerías, pubs, salones de juegos y una sala de conciertos donde tocaron entre otros los Rolling Stones, The Who, Jimmi Hendrix y Pink Floyd.
Pasear a su lado hoy en día, así como por el resto de la ciudad, estimula la imaginación. Hastings sigue siendo una ciudad agradable, con uno de los torneos de ajedrez más importantes del mundo y una comunidad grande de artistas que ha transformado en estudios los antiguos locales pesqueros. Sin embargo, es su memoria y los restos de su pasado lo que hace especial a esta ciudad.