Alfredo Cordal se considera un exiliado con suerte. Cuando llegó a Londres su primo lo alojó en Chelsea, conoció a una comunidad de artistas en unos meses y en menos de un año ya formaba parte del teatro de su barrio. No le llevó mucho tiempo conseguir que estrenasen una de las obras que él mismo había escrito.
A este poeta y escritor local, sin embargo, Chile le trae una mezcla de buenos y malos recuerdos. Entre los buenos está su trabajo en el Ministerio del Mar y el gobierno de Salvador Allende pero, sobre todo, las entrevistas que hizo a Julio Cortázar, Pablo Neruda y Jorge Luis Borges en un programa de la televisión chilena de los años 60. Eran sus primeros pasos como periodista y le sorprendió que tuvieran “la buena voluntad de aceptar".
De Cortázar recuerda ahora su sorpresa al hablarle de su traducción de las cartas de John Keats; de Don Pablo su convicción premonitoria de que para ganar el premio Nobel había que ser embajador en París; y de Jorge Luis Borges su ceguera y de cómo describía el plató de televisión, por el que se movían los gruesos cables de las cámaras antiguas, como una"cueva de serpientes".
En el año 72 la policía militar de Pinochet lo consideró sospechoso por trabajar para el gobierno y lo arrestó en su domicilio durante tres meses. En ese momento, vivía con su abuela y le amenazaron con llevársela si intentaba escapar."Así que me tenía que quedar allí”.
Cuando los militares lo absolvieron, unos compañeros del partido le consiguieron un pasaje a Buenos Aires y fue entonces cuando empezó aplantearse la posibilidad de venir a Londres. “Cuando cayó el gobierno conservador de Heath y llegó el laborista de Harrold Wilson, acogieron a muchos refugiados. Yo apelé al hecho de tener un primo acá y me aceptaron…”
Y no volvió a Chile hasta 25 años después…
Fueel año en que Pinochet estaba preso en Londres y fue una sensaciónincreíble de reivindicación: el hecho de que Pinochet estaba preso acáy yo estaba libre allá en Chile y volvía a ver a mi familia, a migente. Me sentí muy bien.
¿Qué se encontró?
Me encontré a mis hermanas mayores, ya con hijos…Me encontré con algunosamigos que se habían quedado o que habían salido por poco tiempo,algunos de ellos que habían desaparecido…Pero no hubo ninguna recriminación por todo el tiempo afuera porque podían ver que había trabajado en función de mi tierra, que había dado testimonio de eso a través de mi poesía y mi teatro.
¿Tenía miedo de encontrar el sentimiento de culpa que aparece en su poema"Nuestro Pueblo" hacia los que eligieron quedarse en vez de escapar alexilio?
Más que culpa hay un reconocimiento de que hubo una heroicidad de la gente que se quedó y fue capaz de luchar contra la dictadura, de bajar a la clandestinidad para seguir luchando. Yo comunicaba un sentimiento colectivo de toda mi comunidad chilena exiliada.
Y a Evo Morales le gustó tanto que se lo quedó…
Conocía Evo Morales cuando vino en el año 97 a pedir el apoyo de los sindicatos británicos para que no se privatizara el agua de la lluvia.Hicimos un acto de homenaje a los sindicatos bolivianos y yo hice mi poema de Nuestro Pueblo. Me lo pidió y se llevó mi primera copia.
El exilio, ¿cambia la manera de pensar?
Sí,te pone mucho más audaz. Te atreves a tocar temas y a expresarte de una forma que no lo habrías hecho. Si me hubiera quedado en Chile no habría tenido una visión tan amplia…
Aunque ahora es ya también inglés. ¿Cómo se siente?
Me siento fifty/fifty, mitad y mitad.
O sea que la doble nacionalidad se ajusta perfectamente a su estado de ánimo…
Yo tenía un poco de temor porque en esos momentos me había incorporado a los procesos de justicia de Charles de Menezes y escribí un poemacontra Blair bastante fuerte. Pensé: “con esto me van a poner problemas” porque lo hice bastante público, pero no me pusieron ninguno. Libertad de expresión.
Pero ¿eso cambia algo?
La libertad de expresión es importante aunque no pase nada. No puedes cambiar las cosas pero despiertas conciencia, siembras algo y eso bueno.
¿Hay resentimiento por lo que pasó?
Más que resentimiento hay una conciencia muy clara de un giro drástico quenos cambió la vida. Ya nuestra vida había cambiado gracias al procesodemocrático en el que tomamos conciencia de la necesidad de cambio, delograr una sociedad mucho más justa, de abrirnos más a todos los países latinoamericanos…
Bueno, no es lo mismo…
Eso nos ayudó a sobrellevar y asumir al mismo tiempo la dictadura, el golpe, la pérdida. Como que estábamos advertidos un poco de que los procesos de cambio no son fáciles, se interrumpen y nuestra vida se interrumpió de la misma forma.
¿Cómo ve Chile ahora?
Por lo menos, hay una cierta estabilidad. Aunque yo veo a mis compañerosque participaron activamente en la revolución, y entre ellos parientes míos de las nuevas generaciones, que ayudaron muchísimo a acabar con ladictadura, y ahora están decepcionados por los procesos tan lentos decambio.
Ahora quizá publique su primer libro de poesía allí. ¿Qué le parece?
Mucho más fuerte que haber estado tanto tiempo fuera del continente.
Y ¿hay algo especial que quiera decir?
Queno hemos perdido la continuidad. El exilio nos permitió mantener una continuidad que se había perdido con la dictadura pues toda una cultura tuvo que sumergirse para sobrevivir.
Su casa está llena de máscaras, ¿las usa en sus recitales?
Es más fácil comunicar y hacer visible los poemas con el uso de imágenes muy simples, como los anteojos oscuros, la máscara,….
Su favorita parece muy casera…
Estas máscaras están hechas por niños. Yo enseñaba en una escuela de niños latinoamericanos aquí en Londres…
Supongo que al final cualquier recurso es bueno para la comunicación…
Londres es la capital de la aldea global con todas las paradojas y contradicciones. La comunicación es tan difícil…Me parece que hay mucha frialdad, mucha incomunicación incluso por parte de la gente del Tercer Mundo.
En este momento, AlfredoCordal busca apoyo para estrenar una obra en la que compara la vida deJoe Orton con la de Victor Jara. “Es más barato publicar un libro depoesía grueso”, dice un poco desesperado. Sospecho, sin embargo, quepronto lo veré de nuevo recitando en alguna fiesta latinoamericana en Londres o en su teatro de barrio, el White Bear.