Al decir que una vive en Londres, la gente no se imagina la cantidad de posibilidades que esta ciudad ofrece, no solo por sus opciones culturales, sus centros de compras, parques y edificios históricos sino por la diversidad gastronómica que nos brinda en cada esquina.
Y no solamente me refiero al restaurante indio que todos tenemos al lado de casa, sino a la gran variedad de restaurantes y mercados habidos y por haber. Hay todo un mundo de supermercados, tiendas y pequeños comercios que medio escondidos en las esquinas de Londres, son como puertas a un universo desconocido de colores, aromas y sabores.
Las comunidades se agrupan en barrios lo mismo que sus restaurantes, así que si quieres un buen sushi te has de ir a la zona de Piccadilly, si te apetece curry, tu destino es Brick Lane, la comida italiana tiene su referente en el Soho y si lo que te apetece es comida china, por supuesto tu lugar es Chinatown.
Aparte de los centros neurálgicos gastronómicos existen microcosmos" donde encontrar tu restaurante favorito tailandés, como el mío, el Laicram que está en Blackheath (1 Blackheath Grove), o el mexicano auténtico, el restaurante Mestizo, en 103 Hampstead Road (y no me refiero al típico restaurante tex-mex en el que en cuanto entras te sirven los nachos y el chili con carne es el protagonista del menú)
Ahora que ya casi estamos en Navidad, se hace obligada la visita a Borough Market, el mercado más antiguo de Londres y uno de mis sitios favoritos de la ciudad; lleno de color, olores varios y toda clase de ingredientes; si no lo encuentras aquí, probablemente no existe (como en Harrods) y si lo encuentras, entonces no te quejes del precio. Si uno se acerca al puesto español, y es más o menos la hora de comer, nos tropezaremos con la cola más larga del mercado, con sus famosos bocadillos de chorizo, pimiento asado y rúcula.
También ahora tenemos el placer de disfrutar de varios mercadillos de Navidad esparcidos por diferentes partes de la ciudad, como por ejemplo, el de Bankside que cuenta con setenta casetas y el de Hyde Park con cuarenta. Caminando entre los diferentes puestos y calentándonos las manos con un vaso de Mulled wine (el delicioso vino caliente con especias) nos sentimos uno más del microcosmos londinense, y es que en estos tiempos que corren, el decir que odiamos la Navidad, ya está pasado de moda.
Yo no lo he dicho nunca, ni creo que lo diré, adoro la Navidad esté donde esté, pero hay algunas costumbres que llevo conmigo y no puedo deshacerme de ellas, como el triste sentimiento que me invade cuando aquí es Nochebuena y nadie lo celebra, o lo mucho que me gusta la tradición de los Reyes Magos y las uvas de la suerte.
Pero aunque una esté lejos, siempre me quedarán los turrones y el supermercado español de Portobello…
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